Nos han acompañado toda la vida, desde los primeros recuerdos, como símbolo clásico de la costura y la confección de ropa. La aguja y el hilo forman parte del acervo cultural humano como herramientas básicas para cualquier sociedad, y que todos reconocemos al instante pero, ¿cuándo se inventaron? Hoy, La Llar Artesanos te lo cuenta.
La aguja y el hilo se utilizan básicamente para unir piezas de telas, pieles u otros materiales entre ellas. Podemos pensar que estos objetos se inventaron cuando el Ser Humano comenzó a utilizar las pieles de los animales que cazaba, pero la realidad es algo diferente.
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Homo erectus vestidos con taparrabos de piel. |
La primera especie humana que utilizó las pieles como vestimenta fue probablemente Homo erectus, que ya habría perdido gran parte de su pelo corporal y, al expandirse a latitudes superiores, más frías, necesitaba prendas para evitar la pérdida de calor corporal. La invención de los raspadores de sílex, que se utilizaban para limpiar y curtir las pieles, marcarían este momento hace casi un millón y medio de años.
Sin embargo eran prendas muy sencillas, aprovechando las pieles enteras o grandes piezas separadas, sujetas al cuerpo con otras tiras de piel o tendones.
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Ropa neandertal, más compleja. |
El desarrollo de vestimentas más complejas va aparejado a la propia evolución humana y al entorno que habitaban, y sabemos que el clima, por ejemplo, era más frío que en la actualidad, con varios períodos glaciares intercalados con breves etapas cálidas. Los neandertales, hace 200.000 años, ya vestían túnicas y capas realizadas con trozos de piel que eran cosidos entre ellos con largos tendones de animales o tiras de cuero. Es probable que las primeras agujas aparecieran en este momento, y que fueran de madera, pues no se han conservado restos de ellas.
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Reconstrucción de la vestimenta de Ötzi, el hombre del Calcolítico (hace 5000 años) cuya momia y objetos personales se encontraron excepcionalmente conservados en un glaciar del Tirol. |
Y entonces llegamos nosotros, los Homo sapiens, y con nosotros llegó la revolución: hace 20.000 años ya sabíamos fabricar hilos y cordajes con fibras animales y vegetales, que servían para coser piezas más pequeñas de piel (aprovechando al máximo las de animales pequeños como conejos, zorros, hurones, etc), aumentando la eficiencia y complejidad en diseño de la ropa. También empezamos a coser pieles para otros usos, como bolsas, tiendas de campaña, contenedores de agua, canoas, y un etcétera muy largo.
Y claro, hacían falta agujas de buena calidad, resistentes y de puntas afiladas. Las primeras que encontramos en los yacimientos son de hueso o asta de ciervo y en algunos casos, de marfil. Están tan bien diseñadas, que apenas han cambiado en tantos miles de años: agujas con ojo, agujas sólo con punta, y en algunos arpones de hueso podríamos incluso identificar la forma de las modernas agujas de ganchillo. Y por supuesto, se utilizaban para tantas cosas como hoy en día: costura, caza-pesca, cosmética, medicina, adorno personal…
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Aguja de hueso de Altamira. |
Con el Neolítico (VIII Milenio antes de Cristo) se desarrolla la tecnología del hilado de fibras animales (lana) y vegetales (lino), y su tejido posterior en telares manuales. El trabajo con la tela hace que se inventen agujas con cabeza (alfileres) para hacer composturas previas al cosido, y al mismo tiempo, las agujas de coser se adelgazan para trabajar con hilos de menor grosor y para permitir trabajos delicados como el bordado.
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Telar manual neolítico. |
La siguiente evolución de la aguja llega con la invención de los metales, que permiten el diseño de agujas curvas para trabajos específicos y con una mayor resistencia a la rotura o la pérdida de filo, y facilitan su fabricación. Primero en cobre, después en bronce, en hierro o en acero, actualmente encontraremos agujas diferentes para decenas de trabajos distintos, pero basadas en aquel diseño inicial de la Prehistoria.
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Agujas de hueso romanas. |
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Agujas metálicas actuales. |
De la misma forma, la manufactura del hilo se ha basado en el peinado de las fibras, ya sea lana, lino, o algodón, con el objetivo de enredarlas entre ellas, creando pequeños filamentos. posteriormente, estos filamentos se estiran y enrollan entre ellos nuevamente, creando un hilo o fibra contínua y resistente. El primer torcido del hilo se debió hacer a mano, aunque no tardamos en inventar herramientas que nos facilitaron la tarea: el huso y la fusayola se utilizan a modo de peonza, para retorcer y girar el hilo con el mismo movimiento circular. El hilo resultante se va enrollando alrededor del huso, formando un carrete o bobina. Posteriormente se inventaría la rueca, que utiliza el mismo principio que el huso, mecanizándolo.
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Hilado manual con huso y fusayola. |
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Hilado manual con rueca. |
El paso del tiempo ha cambiado poco el proceso de hilado, y las novedades se han dado debido al descubrimiento de nuevos materiales, como el algodón, la seda, o las fibras sintéticas de las últimas décadas, buscando ante todo un aumento de la resistencia y la durabilidad de los hilos, y manteniendo el concepto original que inventamos en el Neolítico.
Y es que, si los diseños de la aguja y el hilo siguen siendo válidos después de tantos milenios, ¿Para qué cambiarlos?
Les agradezco por tanta info en pocas palabras!!!
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