domingo, 8 de mayo de 2016

Dichos y palabras curiosas del castellano.

Este año se conmemora el 400 Aniversario de la muerte de nuestro escritor más conocido y reconocido mundialmente: Miguel de Cervantes Saavedra. Y como en La Llar nos encanta la literatura y el lenguaje, hemos pensado que podríamos compartir con vosotros y vosotras algunos de los dichos y palabras en castellano cuyo origen y significado nos resulta más interesante, original o divertido. Pero como en la lista nos salían muchos, hemos seleccionado sólo unos pocos. Esperamos que los disfrutéis, ¡aquí van!:

A buenas horas, mangas verdes.

Durante la Edad Media, la presencia de pequeños grupos de bandoleros en los montes y campos de la Península era frecuente, y además existían nobles que ejercían la violencia contra la población debido a intereses particulares. Muchos pueblos y villas organizaron pequeñas milicias destinadas a la persecución de estos delincuentes, que se denominaron de forma general Hermandades, con una organización similar a las cofradías.

El personaje Pacino de la serie "El Ministerio del Tiempo", vestido con el uniforme de la Santa Hermandad.
Viendo la utilidad de estos “cuerpos de seguridad”, los Reyes Católicos instituyeron en 1476 el Ordenamiento de Madrigal, por el cual se fundaba la Santa Hermandad, un cuerpo militar destinado a la protección de los pueblos y caminos de Castilla (aunque se intentó implantar también en la corona de Aragón, pero fracasó). Su uniforme identificativo consistía en un coleto o chaleco de piel que dejaba al descubierto las mangas de la camisa, que era de color verde, y por ello se les comenzó a llamar “mangas verdes”.

Con el paso del tiempo, la efectividad de la Santa Hermandad comenzó a decaer, y, ya en los siglos XVI y XVII su utilidad estaba en entredicho. Se decía que siempre llegaban tarde a los avisos que recibían, probablemente por falta de personal, y por ello se extendió la frase “A buenas horas, mangas verdes”, para calificar la tardanza excesiva en hacer cualquier cosa.

En 1834 las Cortes disolverán la Santa Hermandad, ocupando sus funciones la Policía y la Guardia Civil.


Defenestrar.

"Segunda defenestración de Praga", que sucedió en 1483. Cuadro de Karel Svoboda de 1844.




Palabra derivada del Latín fenestra, que significa ventana (en valenciano finestra, en francés fenêtre) y el prefijo de-, que quiere decir "de, desde".

Literalmente “desde la ventana”, nos traslada a épocas en que, para apartar a alguien considerado enemigo, ya fuera político, militar, noble o eclesiástico, se empujaba a dicho personaje por una ventana alta para asesinarlo, o como castigo ejemplar ante el pueblo congregado bajo la ventana.

Hoy lo entendemos como el acto de quitar a alguien de un cargo de forma rápida o inesperada. Sin necesariamente morir, claro.









Cantar las cuarenta.
Caballo y Rey de Oros de la baraja española.

Esta expresión tan utilizada a lo largo de la geografía española, y que quiere decir “echar una bronca” o “regañar con fuerza”, tiene su origen en el Tute, un juego de naipes.

La combinación de la carta del Rey y la del Caballo al principio de la partida suma cuarenta puntos, y el jugador que la obtiene está obligado a “cantar” o decir en voz alta que posee dicha puntuación. Los contrincantes suelen amenazarse entre ellos con “cantar las cuarenta”, y ganar así la partida, y desde aquí la expresión pasó al acervo popular con el significado que le damos actualmente.




Nadar y guardar la ropa.

Nada más sabio que el Refranero Popular, ¿verdad? 

Nadar y guardar la ropa, o lo que es lo mismo, saber cubrirse las espaldas o ser precavido, no tiene un origen excesivamente claro, aunque por lo que parece, es bastante literal. Durante muchos años ha sido costumbre darse baños en los ríos, lagos, pozas… debiendo desnudarse y despojarse de objetos personales que se dejaban en la orilla de los mismos, y que de esta forma estaban al alcance de ladronzuelos que no dudaban en apoderarse de ellos ante la ausencia de su dueño legítimo. Si uno no quería verse completamente desnudo y desvalido al terminar el baño, debía saber “guardar la ropa” mientras nadaba. Y de aquí al refranero, sólo había un paso…

Cuidado con los amigos de lo ajeno, ¡aunque no estemos nadando!


Tener más cuento que Calleja.

Algunos de los pequeños grandes Cuentos de Calleja.

Madrid, 1879. Un joven burgalés de 26 años, Saturnino Calleja Fernández, compra la librería de su padre Fernando y la convierte en la Editorial Calleja. Su sueño: que todos los niños disfrutaran con la lectura y la encontrasen accesible, en una España con un índice de analfabetismo cercano al 75%. 

Para conseguirlo, lanzó colecciones de cuentos con bellas y cuidadas ilustraciones que atraían al instante a los niños, de tamaño diminuto (unos 7x5 centímetros) y con tiradas de decenas de miles de ejemplares, que abarataron su precio hasta hacerlos accesibles a cualquier pequeño lector. Además distribuyó de forma gratuita estas colecciones por innumerables colegios españoles, y así, generaciones enteras crecieron con los numerosos cuentos de Calleja. Se hicieron tan famosos que la expresión “tener más cuento que Calleja” pasó a la cultura española en poco tiempo, acuñando también el hoy tradicional cierre de los cuentos “fueron felices y comieron perdices”.

Calleja fue un hombre profundamente preocupado por la pedagogía y la cultura, y desde su editorial publicó, además de cuentos, atlas, libros de medicina, de texto, pedagogía, diccionarios ilustrados y obras de literatura, con cerca de 3000 títulos en total.








Tirano.
Busto en mármol de Pisístrato de Atenas, que gobernó la ciudad a mediados del siglo VI a.C

En la Grecia Antigua, el gobierno de las diferentes ciudades-estado o polis estaba en manos de oligarquías aristocráticas, en muchos casos con connotaciones sacerdotales, que ostentaban el poder basándose en la tradición ancestral, la mitología y la religión. En la mayoría de los casos adoptaron la forma de monarquías, que sobrevivieron sin excesivos problemas hasta entrado el siglo VI a.C.

En este momento se producen tensiones entre la aristocracia y las clases populares, que reclamaban mejoras en su calidad de vida y derechos (entre ellas, el cese de los abusos de los primeros sobre ellos), y que coinciden con las primeras influencias de Persia en el Peloponeso. Apoyados por la mayoría de la población y por los persas, que buscan aumentar su  influencia política, se derriban los regímenes aristocráticos, imponiendo por la fuerza a diferentes tyrannos, que es como se llamaba a estos gobernantes favorables al pueblo, con una connotación muy positiva para el término entre estas clases bajas. Nombres como Pisístrato de Atenas, Polícrates de Samos, o Fidón de Argos aún son conocidos para nosotros.

Sin embargo no fueron capaces de solucionar los problemas de sus ciudades, y en pocos siglos los tiranos también fueron derrocados, comenzando a ser duramente criticados por sus sucesores por demagogos, corruptos, ineficaces, o por intentar perpetuar a sus herederos en el gobierno a modo de nuevas monarquías, y todos los calificativos peyorativos con que asociamos a esta palabra en época contemporánea.




¿Os han gustado? Nosotros lo hemos pasado tan bien, que ya estamos preparando una segunda entrega para dentro de poco. ¡¡Estad atentos y atentas!!

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